1 de Octubre

¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno?

No es un tejido de cosas extrañas e inauditas lo que os presento, sino lo mismo que ya los profetas escribieron en el Antiguo Testamento. ¿No habéis escuchado lo que dijo Moisés a su pueblo: “El Señor, tu Dios, te suscitará un profeta como yo, de entre tus hermanos?” ¿No habéis oído a Isaías proclamar: “Mirad, la virgen concebirá y dará a luz un hijo?” ¿No habéis oído a David exclamar: «Que baje como la lluvia sobre el césped?» Creed, pues, en los profetas, comprended la realidad que anuncian y encontraréis a Jesús, el Nazareno. Mirad, os he enseñado el camino; que el que quiera lo siga. Mirad, he encendido la antorcha; salid de las tinieblas.

Jesús, el Nazareno: con ello digo su nombre y su patria. Y no digo: Jesús, el que ha desplegado la bóveda del cielo, el que ha dado la luz a los rayos del sol, que ha dibujado las constelaciones en el cielo, que ha encendido la lámpara de la luna. Digo: Jesús, el Nazareno, aquel de quien Natanael sin dudar exclamo: “¿Es que de Nazaret puede salir algo bueno?” Es aquel ante el cual la tropa de demonios ha temblado y gritado: “¿Por qué te metes con nosotros, Jesús de Nazaret?” Jesús, el Nazareno, “el hombre”, dice el apóstol Pedro, “a quien Dios hizo conocer la misión que le tenía encomendada, llevando a cabo, por Él, milagros, signos y prodigios”. Sí, Jesús de Nazaret, el hombre que Dios acreditó ante nosotros.

ANÓNIMO GRIEGO DEL SIGLO IV